Cuando su hijo de dos años, Bill, comenzó a caerse mucho y tuvo problemas para subir escaleras después de aprender a caminar, Jaume Puig y su esposa buscaron ayuda médica para resolver el problema.
Después de visitar a varios médicos, al niño le diagnosticaron baja visión, una afección más común que la ceguera que dificulta las tareas cotidianas.
En el caso de Bell, se debió a un problema con el nervio óptico, pero la afección también puede ser causada por defectos en la retina, el cerebro u otras partes del sistema visual, o por afecciones como el glaucoma o la degeneración macular.
La baja visión no se puede corregir con anteojos o cirugía. Y aunque las lupas pueden ayudar con tareas específicas como leer, no había tecnología disponible para ayudar a un niño pequeño a navegar.
Entonces, en 2017, Puig, un ingeniero eléctrico español, y su esposa Constanza Lucero, una médica, fundaron Biel Glasses, una empresa que creó un dispositivo digital para ayudar a las personas con discapacidad visual a moverse de manera segura por su cuenta.
«Hay palos y perros guía. Nada más. Nos metimos en esto porque vimos que había una necesidad», dijo Puig, de 52 años, a la AFP en el Mobile World Congress en Barcelona, la reunión anual más grande de la industria de las telecomunicaciones.
El auricular se muestra en la galería.
Un cruce entre gafas para juegos y anteojos, crean una imagen tridimensional a la que se pueden superponer texto, gráficos y video sobre imágenes reales.
También utiliza inteligencia artificial para detectar y señalar obstáculos.
«Pensamos que podríamos usar estas técnicas para aprovechar la visión que tiene para que pueda ser más independiente», dijo Puig sobre su hijo de ocho años. «Tal vez no podamos curarlo, pero podemos evitarlo».
Cuando el usuario se acerca a un objeto que bloquea su camino, aparecerá un gran círculo rojo en la pantalla advirtiéndole de la obstrucción.
También les permite hacer zoom en un letrero de la calle u otra cosa.
El desarrollo de las gafas costó 900 mil euros, de los cuales los cónyuges invirtieron 65 mil euros de su propio dinero, mientras que el resto provino de instituciones públicas y crowdfunding.
Trabajaron con un equipo de médicos e ingenieros informáticos, incluido uno de los principales especialistas españoles en el campo de la discapacidad visual, para crear el producto que ha sido aprobado para su uso en la Unión Europea.
Se espera que salga a la venta en España y Dinamarca a finales de este año.
Las gafas, que deben personalizarse para satisfacer las necesidades específicas de cada usuario, cuestan 4.900 euros.
Puig, quien fundó varias otras nuevas empresas tecnológicas, ahora espera agregar activación por voz y un sistema de navegación que funcione con Google Maps en futuras versiones de las gafas.
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